Cuando queremos aprender una habilidad, por ejemplo a tocar cualquier instrumento (ya sea guitarra, batería, piano, etc.), o aprender a bailar danza folklórica, por citar ciertos casos. Lo que hacemos es recurrir a alguna reseña histórica u orígenes de la danza o instrumento. Después nos enseñan las notas o los pasos que utilizaremos, la forma de llevar el ritmo, de qué manera y cómo tocar o bailar. Así mismo, organizamos las notas, coreografía o pasos que necesitaremos para tocar o bailar cierta canción.
Todo esto se hace con ayuda de un profesor, quien orienta nuestras actividades. Y en nosotros está prepararnos, practicar, empeñarnos, tener voluntad, esforzarnos y tener disciplina para que al final aprendamos perfectamente a tocar o bailar. De modo que cuando nos pidan que toquemos cualquier otra canción y nos den sus notas, sabremos tocarla fácilmente. O cuando nos pidan que bailemos alguna danza folklórica de un estado, ya sean polcas, tarima, costa, etc. sabremos bailar con los pasos requeridos, al igual que los movimientos acertados.
Esto es similar cuando estudiamos en la escuela. Porque el profesor es quien nos orienta, nos proporciona conocimientos y herramientas que nos ayudan a superar alguna dificultad y a estudiar. En nuestra voluntad, esfuerzo y disciplina está en que tengamos el hábito de estudiar, organizando la información, escuchar, leer, de igual manera, tener orden, precisión, claridad y obtener personalmente la información necesaria. Es decir, el estudiar es el proceso para llegar a un aprendizaje, porque al superar alguna dificultad, al adquirir conocimientos, compararlos, organizarlos, investigando y sobre todo comprenderlos llegamos a aprender. Pero, ¿de qué manera nos damos cuenta que aprendimos? Fácilmente, al aplicar los conocimientos adquiridos en la vida diaria, al resolver problemas que se nos presenten haciendo uso de esos conocimientos adquiridos al estudiar. Por esto es necesario seguir estudiando por el resto de nuestra vida, para que nunca dejemos de aprender.
